Calma

Te has preguntado, ¿cómo vivir con más calma?

Regresemos a aquella época en la que el mundo caminaba más despacio. Busquemos estar presentes en el momento en el que estamos viviendo, sin importar lo que haya pasado ni preocuparnos por lo que podrá pasar en el futuro; pasamos la mayoría del tiempo creando historia en nuestras mentes de situaciones que en realidad no están en nuestras manos, ni bajo nuestro control.

Recordemos esa sensación de caminar, disfrutando del paisaje y de la brisa; de saborear ese bocado, de esa plática tan deliciosa con esa persona en específico, en la cual el tiempo se esfumó y se nos hizo de noche; respiremos más aire fresco y hagamos eso que tanto nos gusta hacer. Forjemos una vida con buenos hábitos, disfrutemos de cada etapa dentro de cada proceso, aprendiendo y mejorando conforme avanzamos en el camino.

La época histérica actual, la forma de vida moderna el ritmo acelerado de vida que llevamos hoy en día tiene como resultado el vivir con constante estrés, ansiedad por los compromisos de trabajo y de la vida social, que tienen como consecuencia que la mayoría de las personas no experimentamos sentimientos de calma o serenidad en el transcurso del día. Vivimos yendo de un encuentro a otro, cumpliendo con nuestros compromisos, reuniones; vivimos en un constante estado de prisa. Nos pasamos el tiempo viendo el reloj, usando nuestros celulares, sin darnos cuenta de lo que está pasando frente a nosotros, mucho menos disfrutándolo.

Para lograr vivir una vida más tranquila es necesario crear hábitos y cambiar nuestra rutina diaria; hábitos que nos recuerdan la importancia de disfrutar cada proceso y no únicamente el resultado, aprender del camino y no solamente del destino. El proceso para crear un hábito consta de cuatro etapas principales: señal, antojo, respuesta y recompensa; un patrón que se repite constantemente en nuestra vida diaria, y que nos ha formado como las personas que somos hoy en día.

El primer paso es la señal, la cual activa al cerebro para crear un comportamiento, la mayoría del tiempo estamos aprendiendo señales que piensan en esas recompensas; nuestra mente analiza el entorno para buscar pistas que nos encaminen a dichas retribuciones. Los antojos son el segundo paso, son la fuerza que nos motiva y el deseo que tenemos para actuar y  cambiar nuestro estado interno, los pensamientos y emociones transforman una señal en un antojo. La tercer etapa es la respuesta, la cual depende completamente de nuestras habilidades, cada antojo tiene como resultado una respuesta, buscamos alcanzar las recompensas porque nos satisfacen, y nos enseñan, creando una sensación de alivio. Nuestro cerebro trabaja para detectar recompensas, vigilando las acciones que le dan satisfacción a nuestros deseos.

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Todos nuestros comportamientos son impulsados por el deseo de resolver problemas

Las cuatro etapas forman parte de un proceso importante de retroalimentación dentro de nuestro cerebro, el cual continuamente está investigando el entorno, mandando señales de lo que pasará a continuación, probando posibles respuestas y entendiendo los resultados. La señal desencadena un antojo, que motiva una respuesta, que proporciona una recompensa, que satisface un antojo. Se trata de una retroalimentación neurológica, un ciclo de señal, antojo, respuesta y recompensa en donde realizados de manera exitosa, creamos hábitos. Son muchos años de programación mental que tienen como resultado patrones de pensamiento y actuación. Podemos trabajar para transformar estos cuatro pasos en una práctica para crear buenos hábitos y eliminar los malos.

Encontremos el modo de crear hábitos que nos permitan liberar el estrés de una manera más saludable para nosotros, como lo es el hacer ejercicio, tomar té, tomar agua o salir a caminar para despejar la mente. Recordemos que nuestra paz y nuestro bienestar emocional, lo podemos encontrar dentro de nosotros y lo podemos combinar con el entorno, el componente clave para crear el ambiente perfecto. Somos los directores de orquesta, los escritores de nuestra propia historia, busquemos aquellas respuestas en un proceso de introspección propia, en donde aprendamos a escucharnos a nosotros mismos, nuestras necesidades y nuestros deseos. Así y solo así viviremos una vida con mucha más calma.